El siguiente artículo fue publicado originalmente por Shawn Fain de In These Times (En Estos Tiempos). Se accedió desde la publicación del People’s Tribune el 1 de mayo de 2024.
El presidente de la UAW está pidiendo a los sindicatos en todas partes que alineen sus fechas de vencimiento por contrato para el impacto masivo.
Los miembros del sindicato Trabajadores del Automóvil Unidos (UAW, por sus siglas en inglés) combatieron con valor a la codicia corporativa en Ford, General Motors y Stellantis el otoño pasado, durante la histórica huelga-de-pie de seis semanas. Gracias a su determinación y compromiso, obtuvimos contratos sin precedente con los Tres Grandes fabricantes de automóviles.
Después de décadas de quedarse atrás, los trabajadores automotrices de la UAW finalmente están avanzando nuevamente.
Presentamos una serie de ambiciosas demandas en la mesa de negociación. Una en particular quizá no recibió la misma atención que el restablecimiento de los ajustes por costo de vida o la reapertura de la planta de ensamblaje de Stellantis en Belvidere, Illinois — pero también podría resultar transformadora: alineamos nuestros contratos para que expiraran a la medianoche del lunes, 30 de abril de 2028.
Nos estamos preparando con todo para hacer huelga el Primero de Mayo de 2028, lo cual tendrá una importancia crítica por varias razones.
La primera es que, para transformar la economía para que funcione en beneficio de todos — no solo de los ricos — necesitamos reclamar la historia de nuestro país de sindicatos militantes que unieron a trabajadores de todas las razas, géneros y nacionalidades.
El Primero de Mayo tiene sus raíces en Estados Unidos — en 1886, en las calles de Chicago, donde los trabajadores se organizaban y luchaban por la jornada laboral de ocho horas. Esta demanda se encontró con una resistencia brutal por parte de los empleadores, que utilizaron tanto a mercenarios viciosos como a la policía para reprimir violentamente protestas masivas encabezadas por los sindicatos. Una bomba explotó en la Plaza Haymarket de Chicago durante un enfrentamiento entre trabajadores y policía el 4 de mayo de 1886, matando a varios oficiales de policía y otras personas.
Entre los resultados estuvo una farsa de juicio, en la que varios trabajadores fueron sentenciados a muerte. La causa de los Mártires de Chicago se convirtió en la de los trabajadores en todo el mundo, y el 1º de mayo se convirtió en un día internacional de asueto, conmemorativo de la lucha de los trabajadores del mundo para reclamar el tiempo y el valor de su trabajo.
Ahora, unos 138 días después, el Primero de Mayo se celebra en países como Argentina, Sudáfrica, Suecia y Hong Kong, y en casi todas partes — excepto su país de origen.
Eso no es coincidencia. La clase multimillonaria y sus lacayos políticos han hecho todo lo posible para ocultar la verdadera historia de la clase trabajadora en nuestro país.
Quieren hacernos creer que los jefes corporativos dieron a los trabajadores salarios decentes, beneficios y condiciones de trabajo más seguras por la bondad de sus corazones. Que la justicia y la igualdad para las personas de color, los inmigrantes, las mujeres y las comunidades queer fueron regalos benevolentes ofrecidos desde las alturas.
Pero nosotros sabemos la verdad. Cada ley aprobada, cada sindicato formado y cada contrato ganado — cada mejora realizada en el lugar del trabajo — se ha logrado gracias al sacrificio incansable de la clase trabajadora.
Pero si realmente queremos recuperar el poder y la importancia del Primero de Mayo, no puede ser a través de un simbolismo vacío. Debe ser por medio de la acción.
Queríamos asegurar que nuestros contratos expiraran el 30 de abril de 2028, no como un gesto simbólico, sino como un grito de guerra. Hemos pedido a otros sindicatos que se unan a nosotros para fijar las fechas de vencimiento de sus contratos para el Primero de Mayo de 2028, con la esperanza de que el movimiento laboral pueda aspirar colectivamente a construir el poder necesario para cambiar el mundo.
Formamos sindicatos en nuestros lugares de trabajo porque sabemos que tenemos mucho más poder juntos que como individuos. Lo que es cierto para los trabajadores en un lugar de trabajo lo es para los trabajadores en todos los lugares de trabajo. Cuando los sindicatos se unen entre industrias y países, nuestro poder se amplifica exponencialmente. El hecho es que sin trabajadores, el mundo deja de funcionar.
Si los trabajadores realmente van a triunfar a gran escala — ganar la atención médica como un derecho humano, pensiones para que todos puedan jubilarse con dignidad, un mejor nivel de vida y más tiempo libre para poder dedicarle más tiempo a nuestras familias y seres queridos — entonces los sindicatos tienen que empezar a pensar en grande.
Les pondré un ejemplo.
El verano pasado, durante el periodo previo a la expiración del contrato de los Tres Grandes, tuve la oportunidad de reunirme con el presidente de los Teamsters, Sean O’Brien, en su oficina central en Washington. Durante nuestra conversación, prometió que ningún camión manejado por su sindicato entregaría autopartes a las instalaciones de los Tres Grandes en huelga.
El poder de los trabajadores automotrices del UAW durante la huelga-de-pie fue enorme. Pero, con el respaldo de los camioneros, que se negaron a entregar autopartes a las instalaciones de las Tres Grandes, tuvimos aún más poder. Eso creó otro quebradero de cabeza para los fabricantes de Detroit y más presión para que las Tres Grandes cedieran a las demandas. Ahora, imaginen esa misma solidaridad laboral en una escala mucho mayor.
Y así como la codicia corporativa no reconoce fronteras, nuestra solidaridad tampoco debería hacerlo.
En la UAW, hemos visto de primera mano cómo las compañías lanzan a los trabajadores unos contra otros. Los trabajadores en Michigan son enfrentados a los de Alabama, los de Estados Unidos son enfrentados a los de México, los de Norteamérica a los de Sudamérica. Es un juego simple. Las empresas se llevan la producción –o amenazan con llevársela– a localidades donde la mano de obra es más barata, las regulaciones laborales más laxas y los recortes fiscales y subsidios más grandes.
Una clase trabajadora unida es la única muralla efectiva contra la carrera de la clase multimillonaria hacia el fondo. Para el movimiento laboral estadunidense, eso significa lidiar con algunas duras verdades. Como el hecho de que es imposible proteger empleos en Estados Unidos mientras se hace caso omiso de los apuros de todos los demás.
Durante décadas se ha hablado de una “huelga general”. Pero eso es todo lo que ha habido: charla.
Si realmente queremos construir suficiente poder colectivo para ganar la atención medica universal y el derecho a jubilarnos con dignidad, entonces debemos dedicar los próximos cuatro años a prepararnos.
Una huelga general internacional no va a ocurrir con un tronar de dedos. No va a ocurrir a través de las redes sociales. Una huelga general exitosa va a requerir tiempo, coordinación de masas y un montón de trabajo por parte del movimiento laboral.
Como trabajadores, debemos unirnos. Ya no podemos permitir que las corporaciones, los políticos y las fronteras nos dividan.
Es hora de que reclamemos el Primero de Mayo para la clase trabajadora.
De eso se trata el vencimiento de nuestro contrato del Primero de Mayo.
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