Grupos llevan el asesinato de Tortuguita a la ComisiĆ³n Internacional de Derechos Humanos

El siguiente artĆ­culo fue publicado originalmente por Cody Bloomfield en Truthout el 14 de abril de 2024.

 

Los activistas esperan que la peticiĆ³n desacredite las narrativas policiales y se sume al historial internacional de violaciones de derechos humanos.

 

Varias organizaciones sin fines de lucro presentaron una peticiĆ³n este mes pidiendo a la ComisiĆ³n Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que se pronuncie sobre el asesinato perpetrado por la policĆ­a de Manuel TerĆ”n, un activista conocido por los activistas de Stop Cop City como ā€œTortuguitaā€.

MĆ”s de un aƱo despuĆ©s del asesinato, las circunstancias siguen siendo confusas. La Patrulla Estatal de Georgia afirma que Tortuguita disparĆ³ primero; Una autopsia independiente muestra que Tortuguita probablemente muriĆ³ con las manos en alto. Los relatos contemporĆ”neos sobre el terreno difieren significativamente de los relatos policiales emitidos un mes despuĆ©s, e incluso esos relatos posteriores muestran mĆ”s discrepancias, en particular sobre las afirmaciones de la policĆ­a de que los manifestantes detonaron un artefacto explosivo improvisado. El fiscal de distrito George R. Christian concluyĆ³ que el tiroteo fue ā€œobjetivamente razonableā€, pero la Oficina de Investigaciones de Georgia se negĆ³ a revelar los archivos de investigaciĆ³n subyacentes. Hasta ahora, el Departamento de Justicia de Estados Unidos (DOJ) se ha negado a investigar a pesar de los llamados de Liliana Bakhtiari, miembro del Concejo Municipal de Atlanta, y de seis legisladores del estado de Georgia que representan a distritos del Ć”rea metropolitana de Atlanta. Se han agotado las vĆ­as de investigaciĆ³n y rendiciĆ³n de cuentas a nivel nacional. (Cuando se le pidiĆ³ un comentario sobre la peticiĆ³n de la CIDH, el Departamento de Seguridad PĆŗblica de Georgia se negĆ³ a comentar, citando un litigio pendiente).

Ahora, Robert F. Kennedy Human Rights, el Southern Center for Human Rights y el Centro de Derechos Humanos de la Universidad de Dayton se han dirigido a la comunidad internacional. La peticiĆ³n presentada el 5 de abril presenta un caso convincente de que el asesinato de Tortuguita viola las normas internacionales de derechos humanos y, mĆ”s allĆ” de eso, que la decisiĆ³n del Departamento de Justicia de permitir que la policĆ­a de Georgia tenga la Ćŗltima palabra sobre la muerte de Tortuguita intensifica la violaciĆ³n actual de los derechos a la libertad de expresiĆ³n y asociaciĆ³n.

En el escenario internacional, Estados Unidos invoca con frecuencia normas de derechos humanos, a menudo ignorando las violaciones internas. Delia Addo-Yobo, abogada de RFK Human Rights, sostiene que ā€œsi Estados Unidos quiere afirmar que es el lĆ­der del mundo libre y de la libertad de expresiĆ³n, tiene que responder por lo que estĆ” pasando en Atlantaā€.

La peticiĆ³n presentada el 5 de abril presenta un caso convincente de que el asesinato de Tortuguita viola los estĆ”ndares internacionales de derechos humanos, y que la decisiĆ³n del Departamento de Justicia de permitir que la policĆ­a de Georgia tenga la Ćŗltima palabra sobre la muerte de Tortuguita intensifica la violaciĆ³n actual de los derechos a la libertad de expresiĆ³n y asociaciĆ³n.

La peticiĆ³n llama la atenciĆ³n sobre las innumerables violaciones de derechos humanos cometidas por las autoridades de Georgia: privaciĆ³n de la vida y la seguridad de una persona, privaciĆ³n del derecho a protecciĆ³n como defensora de los derechos humanos, privaciĆ³n del derecho de Belkis TerĆ”n a la integridad mental y moral (mediante la negaciĆ³n de informaciĆ³n por la muerte de su hija Tortuguita), y violaciĆ³n del derecho a la verdad e imparcialidad en las investigaciones. La peticiĆ³n busca reparaciĆ³n en forma de disculpa pĆŗblica, divulgaciĆ³n de registros retenidos, investigaciĆ³n integral y reparaciones a la familia de Tortuguita. En una escala mĆ”s amplia, la peticiĆ³n, citando las ramificaciones mĆ”s amplias de la represiĆ³n policial en los espacios cĆ­vicos, pide a la CIDH que recomiende que las autoridades de Georgia desestimen los cargos contra los manifestantes.

La CIDH recibe miles de peticiones cada aƱo buscando reparaciĆ³n por violaciones de derechos humanos. El organismo es un instrumento de la OrganizaciĆ³n de Estados Americanos (OEA), que, al igual que la ONU, se formĆ³ como parte de la respuesta global al Holocausto. Cada aƱo, la CIDH recibe peticiones de familiares de vĆ­ctimas, organizaciones de la sociedad civil y otros individuos y grupos de los 35 estados miembros de la OEA. Si la CIDH acepta una peticiĆ³n, el organismo celebrarĆ” audiencias y emitirĆ” recomendaciones. Si la CIDH emite condenas y recomendaciones, el plazo serĆ” largo. Pero mientras tanto, la peticiĆ³n reconoce las profundas cicatrices que la muerte de Tortuguita dejĆ³ en su familia y cristaliza las cuestiones en juego para el movimiento en general.

La peticiĆ³n pide que se examine el asesinato de Tortuguita perpetrado por la policĆ­a dentro del marco internacional de derechos humanos, y tambiĆ©n lo contextualiza dentro de la restricciĆ³n del espacio cĆ­vico en Georgia. La policĆ­a matĆ³ a Tortuguita durante redadas en campamentos de activistas conocidos como ā€œDefensores del Bosqueā€; El mismo dĆ­a, otros activistas fueron arrestados bajo cargos de terrorismo interno. En el transcurso de los siguientes meses de 2023, Georgia arrestĆ³ a activistas de acciĆ³n directa, asistentes a conciertos y a un observador legal por cargos de terrorismo interno, con una acusaciĆ³n posterior de 61 activistas en virtud de la Ley de Organizaciones Corruptas e Influenciadas por Racketeers (RICO). Los activistas se enfrentan a acoso y vigilancia policial sostenidos. La legislatura estatal estĆ” considerando proyectos de ley que prohĆ­ben efectivamente los fondos de fianza, agregan delitos RICO y amplĆ­an el apoyo material a los estatutos de terrorismo en el contexto interno. La peticiĆ³n pide a la CIDH que considere el asesinato de Tortuguita dentro de tendencias mĆ”s amplias de represiĆ³n polĆ­tica y brutalidad policial:

El brutal asesinato de Tortuguita a manos de actores estatales y la consiguiente falta de rendiciĆ³n de cuentas es emblemĆ”tico de un patrĆ³n alarmante en Estados Unidos de supresiĆ³n del espacio cĆ­vico y terror policial desenfrenado llevado a cabo contra civiles.

En el pedido de una investigaciĆ³n exhaustiva de las circunstancias de la muerte de Tortuguita estĆ” incluida una batalla por la memoria del activista, con ramificaciones para los procesamientos y la represiĆ³n continua de los manifestantes en el presente. En el fondo, es una negativa a ceder la narrativa a la policĆ­a y una negativa a permitir que Estados Unidos cometa violaciones de derechos humanos en la oscuridad.

ā€œNunca sobrevivirĆ”s al dolorā€

La guerra narrativa por la memoria de Tortuguita ya estĆ” resonando en la sala del tribunal. Actualmente, sesenta y una personas asociadas con el movimiento Stop Cop City enfrentan cargos RICO. En la acusaciĆ³n, los fiscales estatales citaron la ideologĆ­a anarquista compartida como impulsora de una conspiraciĆ³n para cometer, entre otros delitos, daƱos a la propiedad y terrorismo interno. DespuĆ©s de la redada fatal, la policĆ­a confiscĆ³ el diario de Tortuguita, que los fiscales presentaron como prueba para el primer juicio RICO.

El diario contiene los pensamientos mĆ”s privados e Ć­ntimos de Tortuguita, incluida la rabia por el terror policial y el abandono de los mĆ”s vulnerables de la sociedad. La revista refleja sus inclinaciones polĆ­ticas radicales, que, si Tortuguita todavĆ­a estuviera vivo, gozarĆ­an de protecciĆ³n inequĆ­voca bajo la Primera Enmienda. Incluso antes de que la jueza Kimberly Adams se pronunciara sobre la mociĆ³n para presentar el diario de Tortuguita como prueba, los fiscales tomaron la medida muy inusual de hacer pĆŗblico el diario.

Lo que Tortuguita presentĆ³ al mundo fue un mensaje de resistencia noviolenta estratĆ©gica, incluso frente a la violencia policial.

Fiscales y manifestantes reconocen lo mismo: que la guerra narrativa sobre Cop City continĆŗa fuera de los tribunales. Los fiscales publicaron el diario como una tĆ”ctica de relaciones pĆŗblicas para alterar la percepciĆ³n pĆŗblica tanto de Tortuguita como del movimiento en general. Al publicar las reflexiones privadas de Tortuguita, esperaban influir en la opiniĆ³n pĆŗblica hacia la percepciĆ³n del movimiento Stop Cop City como una conspiraciĆ³n mortal para amenazar a las fuerzas del orden y erosionar el orden pĆŗblico. Cualquiera que sea el desahogo privado que escribieron en su diario, lo que Tortuguita presentĆ³ al mundo fue un mensaje de resistencia no violenta estratĆ©gica, incluso frente a la violencia policial. Amigos y familiares describen universalmente a Tortuguita como un organizador comprometido con la construcciĆ³n de la paz a travĆ©s de la acciĆ³n directa: en el pasado a travĆ©s de su participaciĆ³n en Food Not Bombs y la agricultura urbana, y en Atlanta como un Defensor de los Bosques desafiante pero no violento.

Los activistas luchan ferozmente para recordar la versiĆ³n de Tortuguita que conocieron sus amigos y familiares: alguien desinteresado, reflexivo, alegre y valiente a pesar de una profunda comprensiĆ³n del riesgo de violencia policial. Tras el asesinato de Tortuguita, el movimiento Stop Cop City se lanzĆ³ a la escena nacional, con activistas que se unieron en torno a la visiĆ³n de Tortuguita de un mundo libre de violencia policial y destrucciĆ³n ambiental.

Al retener selectivamente algunos registros y publicar otros maliciosamente, la policĆ­a y las agencias de investigaciĆ³n estĆ”n luchando por retener el control de la narrativa. En los juicios de los vivos (los acusados RICO enfrentan hasta 20 aƱos de prisiĆ³n) la policĆ­a puede citar la determinaciĆ³n de que el asesinato de Tortuguita estaba justificado como evidencia de que el movimiento busca alterar violentamente el orden polĆ­tico. Si la policĆ­a puede alegar un asesinato justificado y si los escritos de Tortuguita pueden usarse como arma contra otros miembros del movimiento son hechos que repercutirĆ”n en los juicios penales y el discurso pĆŗblico en Cop City.

Pero la narrativa tambiĆ©n importa a una escala profundamente personal. En un dolor familiar para muchas familias de vĆ­ctimas negras y latinas asesinadas por la policĆ­a, Belkis TerĆ”n se ha visto obligada a llorar a su hijo mientras se enfrenta a la difamaciĆ³n en la esfera pĆŗblica.

En su testimonio personal, Belkis escribe: ā€œNo me di cuenta de que la muerte de Manuel y las acciones posteriores de la policĆ­a resultarĆ­an en la pĆ©rdida de familiares, amigos y comunidadā€. Pero cuando podrĆ­a haberse retirado, Belkis se convirtiĆ³ en lo que la reverenda Keyanna Jones dice que los activistas llaman ā€œla madre del movimientoā€. OrdenĆ³ una autopsia independiente, pidiĆ³ a los fiscales de distrito que publicaran imĆ”genes de cĆ”maras de cuerpo completo y abogĆ³ por la divulgaciĆ³n de los registros. La autopsia independiente encontrĆ³ que Tortuguita sufriĆ³ al menos 14 heridas de bala y tenĆ­a heridas en las manos, lo que sugiere fuertemente que tenĆ­an las manos levantadas en el momento en que les dispararon. DespuĆ©s de meses de presiĆ³n sostenida, las autoridades de Georgia publicaron sĆ³lo imĆ”genes parciales de cĆ”maras corporales que registraban los comentarios de los agentes despuĆ©s del incidente. Un oficial dijo: ā€œHombre, jodiste a tu propio oficialā€, planteando la posibilidad de que el oficial al que dispararon fuera alcanzado por fuego amigo. Los registros ya publicados socavan gravemente la narrativa policial. La publicaciĆ³n de mĆ”s registros podrĆ­a arrojar mĆ”s dudas sobre el relato policial de la historia. La peticiĆ³n de la CIDH exige una explicaciĆ³n honesta de las circunstancias que rodearon la muerte de Tortuguita, en parte para aliviar el daƱo sufrido por Belkis. Aunque ha encontrado solidaridad y fuerza en el movimiento Stop Cop City, los registros perdidos la persiguen. En un testimonio escrito ante la CIDH, Belkis escribiĆ³: ā€œla falta de informaciĆ³nā€¦ ha duplicado nuestro dolorā€.

Entre los alegatos expuestos en la peticiĆ³n de la CIDH se encuentra la privaciĆ³n de Belkis del derecho a la integridad psĆ­quica y moral. El derecho, establecido en el artĆ­culo I de la DeclaraciĆ³n Americana sobre los Derechos y Deberes del Hombre, garantiza la integridad ā€œfĆ­sica, mental y moralā€ de los seres queridos de las vĆ­ctimas de abusos contra los derechos humanos. Como se seƱala en la peticiĆ³n, la Corte Interamericana ha sostenido durante mucho tiempo que la realizaciĆ³n de este derecho requiere una investigaciĆ³n completa y que los gobiernos que violan los derechos humanos tomen medidas para detener los abusos en curso y prevenir violaciones futuras.

El Centro Sur de Derechos Humanos, uno de los presentadores de peticiones a la CIDH, ha presentado llamados similares para que se rindan cuentas y se investiguen otros asesinatos perpetrados por la policĆ­a. Asimismo, entre otros casos, el centro RFK presentĆ³ una peticiĆ³n a la CIDH pidiendo que se investigue el asesinato policial de Michael Brown en Ferguson, Missouri, en 2014. Addo-Yobo seƱalĆ³ sombrĆ­as coincidencias en la narrativa de los asesinatos perpetrados por la policĆ­a. DespuĆ©s de que un oficial de policĆ­a matara a tiros al adolescente negro desarmado Michael Brown, Addo-Yobo recuerda: ā€œSiempre usaban terminologĆ­a como: ā€˜Ć‰l no era un Ć”ngelā€™. Eso es algo que se escucha a menudo entre las vĆ­ctimas de la brutalidad policial: no eran ningĆŗn Ć”ngel; ĀæQue hicieron mal? Nunca es: ĀæCĆ³mo hacemos responsable a la policĆ­a?ā€

Tiffany Roberts, directora de polĆ­ticas pĆŗblicas del Centro Sur para los Derechos Humanos, hablĆ³ con Truthout sobre la larga sombra de los asesinatos perpetrados por la policĆ­a, un daƱo que empeora con la negaciĆ³n de informaciĆ³n bĆ”sica:

Nunca termina. Por la familia de Michael Brown, por la familia de George Floyd, por la familia de Ahmaud Arbery, o por la familia de Tamir Rice, ahora por la familia de Manuel TerĆ”n. No importa cuĆ”nto tiempo los sobrevivas, nunca sobrevivirĆ”s al dolor de saber que cada vez que hables de cĆ³mo perdiste a tu ser querido, tambiĆ©n tendrĆ”s que defender su humanidad sĆ³lo para que la gente crea que merece vivir.

La batalla por la memoria importa

La peticiĆ³n de la CIDH atraviesa el entorno legal en torno a Stop Cop City hasta llegar a las cuestiones fundamentales en juego: determinar si ocurrieron violaciones de derechos humanos y si Estados Unidos deberĆ­a permitir que la policĆ­a sea el Ć”rbitro final de la verdad.

El derecho internacional reconoce que los defensores de los derechos humanos son particularmente vulnerables y afirma una obligaciĆ³n afirmativa para los Estados de tomar medidas especiales para su protecciĆ³n. Los defensores del medio ambiente, en particular, corren el riesgo de sufrir represalias por su valentĆ­a. Entre 2012 y 2022, casi 2,000 activistas medioambientales fueron asesinados en todo el mundo; El asesinato de Tortuguita marca una primicia sombrĆ­a en Estados Unidos. La defensa de los que no tienen voz (de los espacios naturales) conlleva un riesgo particular, particularmente cuando las cuestiones ambientales se cruzan con el racismo ambiental. La peticiĆ³n amplĆ­a el alcance mĆ”s allĆ” de las autoridades de Georgia a las obligaciones de Estados Unidos en general, alegando no sĆ³lo una grave violaciĆ³n de los derechos humanos de Tortuguita, sino tambiĆ©n una negaciĆ³n maliciosa de informaciĆ³n sobre las circunstancias de ese fracaso.

Al morir, la memoria de Tortuguita ha cobrado vida propia. En discursos en protestas y en comentarios a Truthout, el activista de Stop Cop City, Sam Beard, ha caracterizado la lucha contra Cop City como un duelo por visiones contrapuestas: una de terror policial y otra de liberaciĆ³n colectiva. La disputa sobre si Tortuguita era un activista pacĆ­fico o un terrorista mortal cae en esas visiones en competencia. La peticiĆ³n de la CIDH conlleva la esperanza de exponer la narrativa policial y dejar una huella en el historial internacional de violaciones de derechos humanos. El proceso es lento, e incluso si la CIDH emite recomendaciones, estas no son vinculantes. Pero como ocurre con el legado de otras vĆ­ctimas de asesinatos perpetrados por la policĆ­a, la batalla por la memoria es importante. La peticiĆ³n de la CIDH exige que las circunstancias del asesinato de Tortuguita vean la luz y que la muerte de Tortuguita sea considerada dentro de las obligaciones internacionales de derechos humanos. Se desconoce lo que podrĆ­a surgir de ese examen, pero no se debe permitir que la policĆ­a asesina tenga la Ćŗltima palabra.


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