Vote: Las luchas en las urnas superponen las batallas en las calles

El pueblo estadounidense se enfrenta a una de las elecciones más importantes de su historia. El resultado de las elecciones primarias del 8 de noviembre dará forma a las luchas durante el próximo período. Hay algunos que no votarán porque no tienen confianza en el proceso electoral. Rogamos diferir. Es mejor seguir creciendo nuestra identidad y programa de clase bajo un régimen más democrático que bajo uno fascista liderado por Trump y sus compinches.

Cualquier duda sobre qué lado representa el mayor peligro inmediato debe ser borrada por la reciente entrevista en vivo de la congresista progresista Ilhan Omar sobre las continuas amenazas a su vida y su familia, así como el descarado asalto con un martillo al esposo de Nanci Pelosi.

Las insurrecciones del 6 de enero y la ideología de negar la legalidad de las elecciones, están plenamiente en contra la constitución y la democracia. Los que se oponen han mostrado claramente su agenda y programa. Estas fuerzas fascistas pretenden tomar el control total de la economía en beneficio de un puñado de multimillonarios ya a costa nuestra. Para aplastar la eminente resistencia de los trabajadores utilizarán la Corte Suprema, el Congreso y la fuerza militar y policial si es necesario. El objetivo de estas fuerzas fascistas es evitar que un movimiento se forme y consolide su núcleo anticapitalista y de transformación económica y social.

Estas próximas elecciones no están ocurriendo en el vacío. El telón de fondo general es la crisis económica, social y política mundial. Este es el resultado de la creciente competencia por la influencia entre los capitalistas mundiales. En consecuencia, ha surgido una nueva guerra fría y la guerra en muchos niveles diferentes se ha convertido en un gran peligro.

Además, el sistema capitalista está teniendo dificultades para contener la creciente resistencia mundial a las soluciones capitalistas (o la falta de ellas), ya que la pobreza y la miseria de los trabajadores a nivel mundial es cada vez mayor. Casi 1 de cada 10 personas en el mundo vive por debajo del umbral internacional de pobreza. Son 689 millones de personas que luchan por sobrevivir con menos de 1,90 dólares al día.

Aquí en los EE. UU., no nos está yendo mejor. Aunque el número oficial de pobres es de alrededor de 38 millones, de hecho, hay 140 millones de estadounidenses empobrecidos, una vez que se toman en cuenta las familias de bajos ingresos. (Informe de la Campaña de los Pobres sobre la Pobreza)

Estas elecciones no se tratan simplemente de progresistas y reaccionarios, demócratas versus republicanos, rojo y azul, tal o cual personalidad presentada por los medios para imponer ese punto de vista a la clase trabajadora y los movimientos sociales.

Los crecientes activistas académicos, intelectuales y prácticos que han surgido están en ese camino por el cambio del sistema capitalista. Sin embargo, a veces hay confusión sobre quien es el enemigo común, y caemos en las trampas que el enemigo de clase impose en las y los trabajadore en vez de tomar conciencia del enemigo común y la necesidad de unirse.

Hay miles de corrientes de lucha en los movimientos de resistencia a las políticas del sistema capitalista. Se teje una red de mentiras para dividir a los trabajadores. Esta cultura de la mentira nos impide formar un movimiento político para impulsar a los trabajadores a luchar por el poder político. Esas barreras deben romperse y reemplazarse por el respeto mutuo basado en nuestros intereses comunes como trabajadores.

Por ejemplo, la lucha por la reforma migratoria en todos los aspectos es la misma lucha que el amplio movimiento de trabajadores por salarios y beneficios decentes, horarios de trabajo, vivienda y atención médica. Todos somos parte de la misma clase y tenemos en esencia los mismos intereses.

En el momento actual se superponen la batalla por el voto y las batallas en la calle por la satisfacción de las necesidades básicas. Un revés en las urnas puede perjudicar la lucha por las necesidades básicas.

Necesitamos desarrollar un programa que una a la gente trabajadora y una estrategia para lograrlo. A nivel mundial hay una creciente aceptación de una solución socialista con estructuras democráticas. Los movimientos sociales en Estados Unidos están cada vez más abiertos a nuevas soluciones. Debemos votar con los de los movimientos sociales de resistencia y por el cambio. En este momento, este es el camino a seguir.

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