Hemos alcanzado un hito horrendo: más de 2.000 defensores de la tierra y el medio ambiente han sido asesinados desde que comenzamos a documentar los asesinatos en 2012. 196 de estos asesinatos se produjeron el año pasado.
El total desde 2012 asciende ahora a la asombrosa cifra de 2.106. Podemos ver tendencias en estos asesinatos. Por ejemplo, el año pasado el 85% de los casos tuvieron lugar en América Latina. Casi la mitad -el 49%- eran pueblos indígenas y afrodescendientes. El 12% eran mujeres.
El asesinato sigue siendo una estrategia habitual para silenciar a los defensores, y es la más brutal. Pero hay otras formas de persecución Los defensores se enfrentan a amenazas de violencia e intimidación a manos de gobiernos, empresas y otros simplemente por defender su entorno y sus comunidades. Desaparecen forzosamente, son secuestrados, criminalizados y marginados. La eliminación es también una forma de ataque. Estos problemas afectan a defensores de prácticamente todas las regiones del mundo. Sin embargo, los defensores se mantienen firmes en su lucha. Sus voces no serán silenciadas.
Necesitamos urgentemente una mayor protección para los defensores y para que puedan participar de forma significativa en la toma de decisiones y en la política climática. A medida que nos acercamos a la COP29 y a la COP16 del CDB, debemos escuchar a los defensores y que su experiencia sirva de base para la toma de decisiones importantes. Demasiadas personas ya han sido asesinadas por defender sus tierras y comunidades. Debemos poner fin a la indiferencia y la impunidad que han perpetuado este silenciamiento y borrado. Ya hemos perdido más de 2000 voces. No podemos perder ninguna más.
Con esperanza, Laura Furones
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