Para las personas desalojadas de Wood Street, Oakland, el campamento sin viviendas mĆ”s grande del norte de California, la vivienda es un derecho humano. Los residentes incluso habĆan pintado su afirmación con colores brillantes en un cartel a la entrada de sus viviendas. Pero el Departamento de Transporte de California (“CalTrans”) no estuvo de acuerdo. Es propietario del terreno debajo de un enorme intercambio de autopistas llamado The Maze, donde vivieron mĆ”s de 300 personas durante aƱos. La Constitución de los Estados Unidos, afirma CalTrans, no reconoce el derecho a la vivienda.
En el litigio sobre el desalojo masivo, el juez federal William Orrick se puso del lado del estado. “No tengo la autoridad -porque no existe ningĆŗn derecho constitucional a la vivienda- para permitir que Wood Street permanezca en la propiedad de alguien que no la quiere”, admitió.
A principios de 2023, 60 residentes se vieron obligados a desalojar la franja de tierra ocupada por vehĆculos recreativos, tiendas de campaƱa y viviendas informales, que se extendĆa a lo largo de 25 manzanas de la ciudad. Una serie de informes de Nuala Bushari y Sarah Ravani en el San Francisco Chronicle documentaron la terrible situación: la población sin hogar de Oakland habĆa aumentado un 24% en sólo tres aƱos. La ciudad tenĆa 598 camas de refugio durante todo el aƱo, 313 estructuras de viviendas y 147 espacios de estacionamiento para vehĆculos recreativos. Todos estaban llenos. SegĆŗn un censo de personas sin vivienda realizado a principios de 2022, mĆ”s de 5,000 personas dormĆan en las calles de Oakland.
Wood Street Commons, el nombre que muchos residentes dieron al campamento ahora vacĆo, y que se convirtió en el nombre de su comunidad (que aĆŗn sobrevive), tenĆa una larga historia. Se limpiaron casas del Ć”rea original en la dĆ©cada de 1950 para construir el laberinto de la autopista que conduce al Puente de la BahĆa. En 2016, a medida que la gentrificación y la crisis de vivienda de la ciudad se agudizaban, las personas desplazadas comenzaron a establecer lo que se convertirĆa en el asentamiento de personas sin vivienda mĆ”s antiguo de Oakland. En una pequeƱa sección, los residentes y simpatizantes construyeron varias casas improvisadas y un Ć”rea comĆŗn para reuniones.
Sin embargo, en los Ćŗltimos aƱos los incendios se han vuelto frecuentes en Wood Street; en 2021 fueron mĆ”s de 90. En abril de 2022, un hombre perdió la vida en un incendio en su autobĆŗs reformado, mientras que, en julio de 2022, los cilindros de propano utilizados para calentar explotaron en llamas tan calientes que los vehĆculos fueron incinerados. Por supuesto, Wood Street no fue el Ćŗnico campamento que sufrió incendios. Una auditorĆa de la ciudad documentó 988 incendios en 140 campamentos en 2020 y 2021.
Pero despuĆ©s del incendio de julio de 2022, CalTrans anunció que desalojarĆa a los residentes de Wood Street. Los abogados de las personas sin hogar convencieron al juez Orrick de prohibir temporalmente la acción. En 2022, el estado otorgó a Oakland una subvención de $4,7 millones para albergar a 50 personas, pero a medida que avanzaban los desalojos, los administradores de la ciudad anunciaron que desarrolladores sin fines de lucro planeaban construir 170 unidades de vivienda en el sitio. Si bien Oakland necesita viviendas desesperadamente, prĆ”cticamente ninguno de los desalojados podrĆa comprar o alquilar una de estas unidades.
Un residente dijo que en los cuatro aƱos que vivió en Wood Street, se sintió seguro y protegido de la violencia que a menudo afecta a las personas que duermen en las aceras. Por el contrario, un hombre fue asesinado a tiros en los cubĆculos “Tuff Shed” que la ciudad proporcionó para los habitantes del campo (llamĆ”ndolos “vivienda alternativa”). “Esas viviendas de la ciudad estĆ”n rodeadas por una valla. No se pueden recibir visitas y se siente como una prisión. Y no es seguro”, dijo.
En 2018, la Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre Vivienda Adecuada, Leilani Farha, visitó Oakland. “Creo que hay una verdadera crueldad”, observó, “en cómo se trata a la gente aquĆ”. Comparó Oakland con Manila, Filipinas, Yakarta, Indonesia y Ciudad de MĆ©xico, donde dijo que la falta de vivienda es bĆ”sicamente tolerada. En Estados Unidos, un paĆs mucho mĆ”s rico, la falta de vivienda estĆ” criminalizada.
El desalojo de Wood Street expuso los huesos del capitalismo. El derecho a la propiedad estĆ” consagrado en la ley, y la estructura legal del Estado lo harĆ” cumplir, incluso si deja a la gente en la calle sin lugar para dormir o vivir. La tierra es una mercancĆa y se compra y se vende. Si el derecho a vivir en Ć©l estĆ” en primer lugar, el derecho de propiedad de cualquier propietario estĆ” en peligro. Eso requiere la expulsión de las personas en ocupaciones de tierras.
Cuando los residentes del campamento se marcharon, un grupo de jornaleros se llevaron sus pertenencias y tiraron la basura que quedaba. Eran algunos de los trabajadores peor pagados de Oakland, jornaleros mexicanos y centroamericanos que diariamente buscan trabajo en las calles de la ciudad (como los documentados por la socióloga Gretchen Purser en su etnografĆa de 2009, The Dignity of Job-Seeking Men). Mientras los periodistas sacaban los escombros, otro grupo de habitantes de Oakland sin dinero (las personas sin vivienda que pronto se unirĆan a ellos en esas calles) observaban.
Los trabajadores limpiaron el campamento por los salarios mƔs bajos posibles, lo que demuestra otro aspecto mƔs del neoliberalismo municipal, vivo y coleando en una ciudad y un estado conocidos por su progresismo.
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