Un estado de sitio mediático: entrevista con Raúl Fernando Pérez Lira sobre el periodismo independiente

El siguiente artículo fue publicado el 22 de junio por Todd Miller y se accedió a través del boletín informativo de The Border Chronicle el 22 de junio.

El entierro de los sacerdotes jesuitas Joaquín César Mora Salazar y Javier Campos Morales. Fueron asesinados el 20 de junio de 2022 en Cerocahui, Chihuahua. Foto de Raúl Fernando Pérez Lira.

 

Chihuahua— Fue durante en un viaje por tierra en caminos llenos de baches desde Rosales, Chihuahua, hasta la ciudad de Chihuahua, que entrevisté al periodista Raúl Fernando Pérez Lira. Hablamos sobre su trabajo en este estado mexicano fronterizo, donde nació y creció. Regresábamos de la región de las represas en la parte central de Chihuahua, la misma cadena de represas que la Guardia Nacional Mexicana militarizó en 2020 —un año en el que hubo una sequía extrema— para asegurarse del pago de agua a los Estados Unidos, a pesar del disgusto de los agricultores locales. Mientras conducíamos de regreso bajo una lluvia torrencial, me preguntaba cómo es que Raúl había llegado a ser periodista, cómo ha sido para él trabajar para un medio de comunicación independiente y audaz llamado Raíchali (que significa “palabra” en rarámuri) en Chihuahua, un lugar donde Raúl afirma que hay un “estado de sitio mediático”, y cuáles son los temas más importantes que ellos cubren. La siguiente es nuestra conversación, acompañada de algunas fotos que ilustran no sólo el periodismo de Raúl, sino toda una década histórica e importante, tanto en México como en el estado fronterizo de Chihuahua.

¿Qué quieres decir con eso de un “estado de sitio” de los medios de comunicación?

“Sin diálogo no hay democracia”, dice el cartel frente a la catedral de la ciudad de Chihuahua durante una manifestación por la desaparición de 43 estudiantes del Colegio Rural de Maestros de Ayotzinapa en Iguala, Guerrero en 2014. Foto de Raúl Fernando Pérez Lira.

Los medios de comunicación están sumamente controlados en Chihuahua. El gobierno gasta unos 200 millones de pesos en pagos a los periódicos. Los gobiernos publican anuncios publicitarios en los medios. En términos prácticos, lo que esto significa es que la línea editorial está totalmente parcializada, sesgada. Es como un estado de sitio mediático… Hay muy pocos medios que funcionan fuera de esa lógica, así que iniciativas tales como Raíchali o La Verdad de Juárez [un medio periodístico ubicado en Ciudad Juárez que también es muy buen amigo de The Border Chronicle] son esenciales para la vida democrática en Chihuahua. Estos son esfuerzos titánicos con resultados muy palpables y yo diría que son muy necesarios en este contexto.

Ahora bien, retrocedamos un poco antes de retomar el tema de Raíchali. ¿Qué te impulsó a ser periodista, Raúl?

Nací en Delicias, Chihuahua, pero vivo y practico periodismo en la ciudad de Chihuahua. Llevo aproximadamente 15 años tomando fotografías en mi ciudad. Empecé tomando fotos de movimientos sociales. Cuando era joven, cuando estaba creciendo, había un gran movimiento estudiantil a nivel nacional, que se llamaba Yo Soy 132. Originalmente, este movimiento era en contra del candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional [ Enrique Peña Nieto ] en 2012, que fue el responsable de una masacre en Atenco unos años antes de lanzar su candidatura [cuando Peña Nieto era gobernador del estado de México]. Muchos estudiantes no estaban contentos con esto. Y muchos estudiantes tampoco estaban contentos con la forma en que el PRI estaba manipulando los medios de comunicación, en especial el canal de televisión Televisa, y la forma en que las revistas de chismes estaban promoviendo su presidencia.

Una de las principales exigencias de este movimiento era la democratización de los medios de comunicación. En aquel momento, no escuchábamos hablar mucho sobre medios de comunicación independientes. Por supuesto, algunas comunidades indígenas tenían sus propias emisoras de radio, pero el gobierno controlaba gran parte de los medios de comunicación.

En 2012, surgió este movimiento y se realizaron protestas en todas partes. Yo empecé a asistir a esas protestas. Tomé muchísimas fotos en esa época y todavía conservo algunas de ellas. A veces, las vuelvo a ver y reconozco mi estilo. Y también reconozco que fue un momento en que la fotografía empezó a tener un propósito para mí.

Posteriormente, ocurrieron los hechos de Ayotzinapa en 2014, en los que desaparecieron 43 estudiantes y ahora sabemos que organizaciones criminales los masacraron. En estas organizaciones delictivas yo incluyo a las autoridades, los militares, la policía, la marina y la fiscalía. Así que hubo protestas a nivel nacional. Agarré mi cámara y me lancé a las calles. Me di cuenta que esto era algo que me gustaba. Ahora mi periodismo se centra en los derechos humanos en Chihuahua, un estado que enfrenta muchos problemas.

“No Están Solos”, dice el cartel de un manifestante sobre las desapariciones de Ayotzinapa en 2014. Foto de Raúl Fernando Pérez Lira.

¿Qué está sucediendo en Chihuahua?

Hay problemas en general, pero también problemas específicos. Por ejemplo, en este momento, uno de los mayores problemas que tenemos es una gran sequía y escasez de agua. Asimismo, hace unos días el presidente afirmó que ningún lugar del país está controlado por las organizaciones criminales, pero eso es una completa mentira. Y eso lo podemos constatar en muchos lugares de Chihuahua. En pueblos tanto pequeños como grandes, así como en las grandes ciudades. Lo sabemos, lo podemos decir y lo podemos ver: las organizaciones criminales los controlan.

¿Puedes decirnos cómo lo sabes? ¿O cómo observas esto?

Puedes ver su presencia. La gente habla. Los puedes ver físicamente en los pueblos.

¿Están a la vista de todos?

Sí, se hacen visibles. No es como que si se estuvieran escondiendo. Y hay muchos corresponsales y periodistas que han venido publicando y hablando al respecto durante 20 años. No es un secreto. Si un territorio está controlado por las organizaciones criminales, la gente no puede llevar una vida con libertad.

Y tenemos otros problemas económicos, como la deforestación por talas ilegales en la  Sierra Madre Occidental. Una de las consecuencias es el desplazamiento forzado y este es verdaderamente un gran problema en Chihuahua. Es un gran problema en muchas partes del país como en Guerrero, Chiapas y Oaxaca, pero también en Chihuahua.

Una procesión al entierro de los sacerdotes jesuitas en junio de 2022 en Cerocahui, Chihuahua. Foto de Raúl Fernando Pérez Lira.

¿Quiénes son las personas a las que se les está desplazando forzosamente?

Son todo tipo de personas, pero sobre todo aquellas que viven en las zonas rurales, tanto mestizos como indígenas. Gente de los rarámuris y los tepehuanos. Son personas que viven en distintos lugares de los municipios. Por ejemplo, en Guadalupe y en Calvo, se está  expulsando a cientos de personas y eso no se puede ocultar. La gente va a las ciudades y habla de sus problemas. Esto no se puede acallar.

¿Cómo se está desplazando a las personas?

Hay muchos intereses económicos en la Sierra Tarahumara. Esta es una región montañosa con agua de buena calidad. Allí hay muchos pinos, que constituyen el mayor interés económico de la zona y tienen mucho valor. ¿No es cierto? La gente que está interesada en este tipo de dinero termina ocupando grandes extensiones de tierras. Se arman, amenazan a las personas, las matan y quizás hasta se alían con alguno de los carteles.

Los indígenas y los mestizos de la zona no pueden vivir en esa situación. No están de acuerdo con que se talen los bosques, con que se exploten los recursos hídricos o con que se produzca amapola y otros cultivos ilegales en la zona, lo que da origen a actos de violencia. Así que se van de allí. Cuando ven que tanto sus vidas como las de sus familias están amenazadas, deben huir.

Es un problema en la Sierra Madre Occidental, pero también tenemos un problema en todo el país. Es sobre la desaparición forzada. Hay aproximadamente 3,600 personas desaparecidas en el estado. Esto lo ocultan y la información es escasa.

Las familias de los desaparecidos no tienen suficiente acceso a las investigaciones, a los casos. La gente siempre está intentando averiguar qué están haciendo las autoridades para encontrar a sus familiares.

Pero también las instituciones y los grupos encargados de investigar estas desapariciones y desplazamientos forzados están completamente sobrecargados. No tienen suficientes recursos ni personal. Incluso cuando se acusa a una persona que es culpable de desaparecer o de asesinar a alguien, las acciones que el gobierno toma para la familia y la comunidad no son suficientes ni se respetan.

En otras palabras, tenemos muchísimos problemas. Anoche estuvimos en la línea férrea con esta organización que ayuda a los migrantes y les presta asistencia en sus viajes. [A eso de las 10 de la noche, Raúl y yo fuimos a la estación del tren]. Es una ayuda muy humanitaria. Les dan comida. Si necesitan un albergue, se los dan para que puedan descansar y seguir con su viaje hacia Estados Unidos. Estábamos hablando con una persona que lleva 11 años haciendo este trabajo y nos preguntó qué estábamos investigando en este momento. Y le dije que estábamos investigando sobre el agua. Y ella respondió: “Sí, aquí estamos llenos de problemas. Levantas una piedra y hasta allí te encuentras un problema”.

Familiares de personas desaparecidas caminan por la carretera Panamericana entre Jiménez y Camargo, en el sur de Chihuahua. 19 de marzo de 2022. Foto de Raúl Fernando Pérez Lira.

¿Qué es Raíchali y te encuentras analizando todos estos problemas?

Raíchali es un pequeño medio noticioso independiente que inició sus labores en 2018. Yo no fui uno de los miembros fundadores, pero sus fundadores (los periodistas Patricia Mayorga  y Jaime Armendáriz) nos han contado la historia de Raíchali.

Durante la presidencia de Felipe Calderón, que comenzó en 2006, la violencia de la guerra contra el narcotráfico estalló en todas partes. Chihuahua era un lugar muy tranquilo. Realmente no pasaba nada. Luego empezamos a escuchar hablar sobre asesinatos y tiroteos masivos en lugares públicos. Yo era muy joven en aquella época. Para ese momento, Paty y Jaime estaban intentando averiguar qué hacer como periodistas, cómo cubrir esta violencia, cómo abordar los cambios que se estaban produciendo en la dinámica de la sociedad. Así que se comunicaron con periodistas de otras partes del país. Y así conocieron a Periodistas de Pie, una organización a nivel nacional. Ellos les dieron apoyo y empezaron a pensar qué hacer en Chihuahua y en otras partes del país.

Algunos periodistas de Chihuahua fundaron la Red Libre Periodismo e intentaron apoyar esta iniciativa para capacitarse como periodistas en muchos contextos. De esta forma, empezaron a traer periodistas de otros lugares, a hablarse entre ellos, y organizaron cursos de formación. Y Periodistas de Pie desempeñó una función muy importante en todo esto. Algo parecido ocurrió en Juárez, con La Verdad de Juárez.

Así que la Red Libre Periodismo quería encontrar su propio medio de comunicación porque todos trabajaban en medios tradicionales. Pero los medios empezaron a censurarlos, por lo que no podían publicar nada. Así que empezaron a formar un bloque y publicaban artículos que no podían aparecer en los medios tradicionales. Y finalmente pudieron fundar y crear Raíchali en 2018. Algo pasó en medio de todo esto. Hubo mucha violencia contra los periodistas y asesinaron a varios de ellos. Quizá el nombre más destacado sea el de Miroslava Breach Velducea, asesinada en 2017. [Escucha el podcast que Melissa del Bosque y yo hicimos el mes pasado sobre esto].

Empecé a leer Raíchali durante ese tiempo. Así que cuando regresé a la ciudad en 2020, los busqué y empecé a coordinar esfuerzos con ellos. Pasé a formar parte de su personal en febrero de 2021.

Miembros de la comunidad Coloradas de la Virgen Rarámuri. 2 de febrero de 2021. En algún lugar de Chihuahua. Foto de Raúl Fernando Pérez Lira.

¿Puedes hablarme sobre las historias en las que has trabajado y que han dejado huella?

Fue una historia sobre una comunidad llamada Coloradas de la Virgen. Aunque no se cuenta con una cifra oficial, podría haber hasta unas 100 personas desplazadas de esa comunidad. Y también hubo un juicio contra quienes mataron a Julián y Víctor Carrillo, que eran activistas de la comunidad, pero fueron asesinados. Y este juicio fue histórico por muchas razones. Esta era la primera vez que se utilizaba un análisis de contexto dentro de un juicio. Se reconoció a toda la comunidad como víctima, aunque el crimen se hubiera cometido solo contra dos personas. Recuerdo que cuando se estaba realizando el juicio no pudimos entrar, pero conocimos a las personas que estaban presentes. Y tuve la oportunidad de conocerlas y escucharlas, al igual que aprender sobre esta historia y fotografiarlas. Tomé fotos muy discretas que me gustaron mucho, pero no pude publicarlas… Sí publicamos un par de fotos en las que no se podía reconocer a las personas. Este reportaje fue muy significativo para mí.

Y otra historia fue cuando pasé unos dos o tres días con familiares de personas desaparecidas , recorriendo varios pueblos en la zona sur de Chihuahua y entrevistándolos, conociendo sus casos. Fui a los lugares donde desaparecieron y acudí a manifestaciones junto con ellos. También el hecho de ir a la capital y escuchar a la gente hablar a puertas cerradas en el palacio de gobierno. Todo esto fue muy emotivo y significativo para mí.

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