El 15 de junio de 2012, el expresidente Obama creó el programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA por sus sigla en ingles) a través de una orden ejecutiva. El programa fue creado como resultado del activismo de jóvenes indocumentados y después de la incapacidad del Congreso para aprobar una reforma migratoria. Inmediatamente, Obama recibió el rechazo de los conservadores que cuestionaron el poder ejecutivo. Muchos alabaron a Obama, pero es importante recordar que él creó el programa solo después de recibir una inmensa presión de la juventud debido a las deportaciones masivas bajo su administración.
DACA ha permitido que más inmigrantes busquen más oportunidades como resultado de este programa, pero se queda corto en varias áreas. Una de las mayores críticas es que deja fuera a una enorme cantidad de inmigrantes y refuerza aún más la narrativa de inmigrantes “buenos” y “malos”. Al enmarcar a los jóvenes inmigrantes como inocentes, la conversación se ha convertido en culpar a sus padres por violar la ley. Además, el diálogo en torno a la inmigración se ha centrado en proteger DACA en lugar de una reforma migratoria integral.
Desde el momento en que se anunció DACA, los conservadores han tratado de terminarlo y durante los últimos 10 años, los Dreamers han estado en limbo como resultado de esto. Obama recibió el rechazo de los políticos, pero al ver el éxito del programa, intentó ampliar el programa de dos años a tres años. Además, intentó crear el programa de Acción Diferida para Padres de Estadounidenses y Residentes Permanentes Legales (DAPA, por sus siglas en inglés) que habría concedido una protección similar a los padres indocumentados de ciudadanos estadounidenses y residentes legales. Inmediatamente se presentó una demanda contra el programa y fue bloqueado oficialmente por la Corte Suprema en junio de 2016.
Cuando la administración Trump asumió el poder, una de las primeras acciones que tomaron fue terminar con DACA. Los beneficiarios actuales pudieron mantener su estado pero la terminación significó que ya no se aceptarían nuevos solicitantes y se cancelaría la libertad condicional anticipada (la libertad condicional anticipada brinda a los beneficiarios de DACA la oportunidad de viajar al extranjero y regresar a los EE. UU. legalmente). Finalmente, la Corte Suprema dictaminó que DACA era legal. Pero poco después, USCIS intentó aumentar la tarifa de $495 y sugirió que los solicitantes tendrían que renovar anualmente en lugar de cada dos años. Afortunadamente, la protesta pública impidió que USCIS hiciera estos cambios permanentes.
Cuando Biden fue elegido en 2020, la gente esperaba que las cosas mejoraran, pero aún se tiene que tomar medidas drásticas con la inmigración. Hoy, DACA está nuevamente en los tribunales debido a una demanda presentada por Texas. La Corte de Apelaciones del Quinto Circuito de los Estados Unidos está programada para celebrar una audiencia el 6 de julio. Además, los beneficiarios de DACA han sufrido retrasos en sus renovaciones, lo que para muchos ha resultado en permisos de trabajo vencidos y pérdida de empleo.
DACA ha brindado a los beneficiarios la capacidad de buscar más oportunidades pero es sencillamente un programa provisional que continúa siendo utilizado como arma por ambos partidos políticos. Según The Migration Policy Institute, hay 2.3 millones de Dreamers en los EE. UU. y solo 611,400 de ellos tienen DACA. Esto significa que 1.6 millones de jóvenes indocumentados no tienen ninguna protección legal ya que el programa todavía no acepta nuevos solicitantes debido a la demanda actual. También es importante recordar que los beneficiarios de DACA ya no son niños. Muchos tienen entre 20 y 30 años y tienen hijos nacidos en los EE. UU. Con aún más personas vulnerables ahora, es hora de que cambiemos el enfoque de proteger DACA a exigir protección para todos los inmigrantes indocumentados.
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