«La tormenta del siglo» es como los meteorólogos llaman al huracán Milton debido a su fuerza destructiva. Florida siempre ha estado preparada para las catástrofes naturales; la administración del gobernador DeSantis ha invertido más de 1.400 millones de dólares para aumentar la resiliencia costera e interior de las comunidades de Florida. Sin embargo, eso no es suficiente para proteger la vida de las personas de la fuerza de la Madre Naturaleza. Milton se encontraba en categoría 4 el miércoles por la mañana, después de pasar gran parte del martes como tormenta de categoría 5 (la escala de vientos huracanados Saffir-Simpson es una clasificación del 1 al 5 basada en la velocidad sostenida del viento de un huracán). La última vez que un huracán de categoría 5 golpeó Estados Unidos fue en octubre de 2018, el huracán Michael. Alcanzó velocidades de viento de 160 mph, y al menos 74 personas murieron.
El cambio climático proporciona más combustible que nunca para tormentas como Helene y Milton. Estudios recientes han demostrado una relación entre las temperaturas de la superficie oceánica y la intensidad de las tormentas tropicales: las aguas más cálidas crean tormentas más enérgicas. A medida que los océanos se calientan, el gobernador DeSantis se ha centrado más en el discurso de «el cambio climático es un engaño» al firmar una legislación que borra la mayoría de las referencias al cambio climático de la ley estatal y quiere que Estados Unidos se retire del Acuerdo Climático de París. Estados Unidos se retiró en 2020 bajo Trump y se reincorporó en 2021 bajo la administración de Biden. El huracán Milton llegó poco después del huracán Helene, que tuvo un balance de 227 muertos en seis estados.
El huracán Milton no fue tan destructivo como se esperaba; se convirtió en categoría 3 justo antes de llegar a Florida. Sin embargo, el huracán generó muchos tornados, y el Servicio Meteorológico Nacional emitió 126 avisos de tornado, causando 20 muertes en total.
Aunque la evacuación era obligatoria, el alcalde de Florida instó a los ciudadanos a huir; de lo contrario, «morirían». Muchos se quedaron porque prefirieron atrincherarse o no tenían dónde o dinero suficiente para evacuar. Eso por no hablar de los ancianos, discapacitados y personas sin hogar, que lo tienen más difícil para tomar estas decisiones de luchar o huir sin ayuda del gobierno.
La reducción inmediata de las emisiones de gases de efecto invernadero, para frenar el calentamiento global, es esencial para reducir el riesgo de las tormentas más fuertes en el futuro. Con las elecciones a la vuelta de la esquina, debemos recordar que Donald Trump, que ha calificado la crisis climática de «engaño» y «estafa» y ha prometido recortar drásticamente la normativa medioambiental para las empresas petroleras y de gas a cambio de donaciones para su campaña, es un riesgo para nuestro futuro y para un planeta habitable. Su oponente, Kamala Harris, ha reconocido los peligros que plantea el calentamiento global, pero siempre se mantiene alejada del tema durante sus mítines y entrevistas. Las catástrofes naturales serán cada vez más frecuentes y con mucha más fuerza. Las grandes petroleras, como Exxon, Mobile y Shell, tienen las manos manchadas de sangre, pues saben que están envenenando a propósito nuestro planeta y poniendo en peligro a las personas. Necesitamos soluciones climáticas audaces y equitativas para avanzar hacia un futuro libre de contaminación y con energías 100% limpias. Esto sólo es posible con líderes que se preocupen por el planeta y su gente.
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