Me indigna y e horroriza enterarme que cuatro personas has sido asesinadas en otra escuela. Pero también me indigna y me horroriza que el NIÑO de 14 años que disparó y mató a 4 personas en su escuela e hirió a varias más vaya a ser tratado como un adulto en el sistema de justicia penal.
Los científicos nos dicen que el cerebro de los jóvenes no está plenamente desarrollado hasta los 24 años. A este niño aún le quedan 10 años de desarrollo antes de alcanzar la plena madurez, pero los tribunales lo juzgarán y sin duda lo condenarán y lo enviarán a prisión para el resto de su vida.
Según noticias recientes, sufría muchos trastornos en casa y en la escuela y había pedido ayuda para su salud mental. Pero vivimos en un país cuyo sistema sanitario se basa en el beneficio privado y no en la necesidad humana, de modo que si un joven necesita ayuda para su salud mental, pocos podrán permitírsela o acceder a ella. También vivimos en un país inundado de rifles de asalto diseñados para matar gente porque el lobby de las armas es tan poderoso que puede comprar a los políticos, sobre todo a los de derechas.
La cárcel es un castigo, nunca una rehabilitación. Ese sistema es violento e inhumano, con sus castigos adicionales de humillación y aislamiento. ¿Se imaginan a un adolescente inmaduro y emocionalmente frágil obligado a vivir en ese entorno? Es una forma de tortura y nunca debería permitirse.
En lugar de que las escuelas gasten sus valiosos recursos en contratar policías que se supone deben mantener a los estudiantes a salvo de ataques, pero a menudo no lo hacen, deberíamos gastarlos en contratar más consejeros y profesionales de la salud mental para ayudar a curar el trauma al que se enfrentan tantos jóvenes hoy en día en nuestra cultura violenta.
Si somos capaces de organizarnos en torno a nuestras necesidades humanas colectivas, podremos ofrecer a los jóvenes un futuro esperanzador en lugar de la desesperanza que muchos de ellos sienten hoy en día.
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