Ultimamente, muchos de los titulares de los principales medios de comunicación de América Latina, Europa y Estados Unidos, se han dedicado a dar una extensa cobertura al proceso electoral venezolano del pasado 28 de julio. Llama mucho la atención, la rapidez con que dichos medios y gobiernos regionales, entre ellos Argentina, Chile, Guatemala, Estados Unidos, han desconocido los resultados oficiales de la elección presidencial de Venezuela.
De la misma manera, han declarado al candidato de la oposición, Edmundo González, como ganador absoluto de estos comicios, sin tener evidencias confiables sobre este reconocimiento. Ante estos hechos, no se puede evitar sentir un Déjà-vu, es decir, tener la sensación que esta misma situación se vivió con anterioridad en la historia de Venezuela. Para entender este proceso es necesario remitirse a los antecedentes y hacer un poco de historia sobre algunos hechos.
Es difícil olvidar, aquel día 23 de enero del 2019 en que, el entonces presidente de la Cámara de Diputados de Venezuela, Juan Guaidó, se declaraba Presidente Interino de la República de Venezuela con la anuencia de varios gobiernos latinoamericanos, pero fundamentalmente por los Estados Unidos, después de que en las elecciones de ese año, fuera elegido presidente, democráticamente, Nicolás Maduro.
En ese entonces, el gobierno estadounidense no solo apoyó la autoproclamación de Guaidó, sino que secuestró los fondos de la empresa petrolera venezolana, asociada a PEDEVESA (Petróleos de Venezuela S.A.) radicada en Estados Unidos, CITGO, cediendo millones de dólares pertenecientes al pueblo venezolano, a Juan Guaidó, supuestamente para financiar su gobierno. En esos momentos, la ultra-derecha latinoamericana también reconoció a Guaidó como presidente legitimo de Venezuela, y lo hizo a través de la votación de 9 de los 14 países que conformaban el “Grupo de Lima”, tales como; Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay y Perú. Solo Bolivia y Cuba reconocieron como ganador a Nicolás Maduro.
Ante el fracaso del reconocimiento de estos países de la auto-proclamación de Juan Guaidó, y la falta de legitimidad de esta decisión entre los electores venezolanos, el 17 de octubre del 2023, en la ciudad de Bridgetown, Barbados, bajo la presión de los Estados Unidos, el gobierno y la oposición venezolana firmaron un acuerdo que garantizaba “la protección de los derechos políticos y las garantías constitucionales para todo el pueblo venezolano”, a través de la organización y realización de comicios presidenciales el segundo semestre del 2024.
El acuerdo fue firmado ante la presencia de representantes de Estados Unidos, Colombia, México, Rusia, Noruega y países Bajos. En cambio, el gobierno de los Estados Unidos se comprometía a levantar algunas sanciones comerciales a Venezuela, las cuales habían generado la mayor crisis económica que haya vivido ese país en su historia, llevando a millones de venezolanos a la miseria y verse obligados a emigrar a otros países de América Latina y Europa. Hoy, más de 8 millones de venezolanos están esparcidos por el mundo, en gran parte, gracias a esas sanciones.
Vale la pena aclarar, que en la papeleta de votación de la oposición, apareció Edmundo González, ya que a María Corina Machado no se le permitió ser candidata en la contienda electoral, debido a que había sido inhabilitada por 15 años por el Consejo Nacional Electoral, por haber sido acusada de traición a la patria, y pedir, a través de la Organización de los Estados Americanos (OEA) la intervención de Estados Unidos en los asuntos internos de Venezuela en el año 2014.
Finalmente, producto de los Acuerdos de Barbados, se pone fecha a las elecciones presidenciales para el 28 de julio del presente año. El Consejo Nacional Electoral (CNE), con el 96.87% de los votos escrutados, hasta la fecha, dio como vencedor a Nicolás Maduro del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) con un 51.95%, frente al 43.18% de los sufragios obtenidos por candidato opositor Edmundo González de la Mesa de Unidad Democrática (MUD). Cabe destacar, que de manera estratégica, la oposición, encabezada por María Corina Machado y Edmundo González, antes de llevarse a cabo los comicios, rechazaron firmar los acuerdos sobre las reglas electorales, firmando solo 9 de los 10 candidatos que participarían en la contienda electoral.
Dicen que “En política no hay sorpresas, hay sorprendidos”. Nada de lo que vendría a suceder, sorprendería a nadie. Como era de esperarse, al igual que en la elección del año 2019, la oposición venezolana, inmediatamente después del primer anuncio del los resultados hechos por el CNE dando el triunfo a Nicolás Maduro, denunció ante la comunidad internacional, que se había producido un gran fraude electoral, señalando a Edmundo González como triunfador indiscutible de la elección, sin esperar los resultados definitivos.
A esto le siguió una gran campaña mediática que se hacía eco de lo anunciado por María Corina Machado, difundiendo noticias falsas sobre las elecciones y promoviendo la necesidad de una intervención extranjera lo más rápido posible. Además, acusaron al Consejo Nacional Electoral de falta de transparencia, ya que, según ellos, está ocultando los resultados “reales”, en circunstancia que el CNE, según la ley, tiene hasta 15 días después de las elecciones, para publicar los resultados oficiales. Evidentemente, esto explica el por qué la oposición no quiso firmar el documentos con las reglas antes de los comicios. La derecha venezolana jamás pensó en reconocer los resultados de las elecciones, ya que la estrategia utilizada fue la misma que usó Juan Guaidó en el 2019: “cantar victoria y pedir la intervención norteamericana en Venezuela inmediatamente”.
Muchos gobiernos de América Latina han caído en la trampa de la derecha venezolana. El presidente “progresista” de Chile, Gabriel Boric, no ha vacilado en cuestionar el proceso y las instituciones democráticas de Venezuela, poniendo en tela de juicio el resultado de las elecciones. Otros han ido más lejos; Argentina, Costa Rica, Ecuador Guatemala, Panamá, Perú, pero especialmente Estados Unidos, han reconocido oficialmente a Edmundo González como presidente electo de esa nación latinoamericana, sin tener ningún tipo de pruebas que respalde esta decisión. Además, es importante decirlo, atentando contra la soberanía de las instituciones, legitimas, venezolanas.
En noviembre próximo, se llevarán a cabo elecciones presidenciales en los Estados Unidos, las cuales con absoluta certeza serán cuestionadas por el vencedor de las mismas, especialmente por Donald Trump. ¿Sería posible imaginar, que algún país del mundo se atreviera a “cuestionar” o pedir “evidencias” a las instituciones norteamericanas sobre el resultado de dichas elecciones? Evidentemente, la respuesta es “NO”. Cuando una nación se percibe a sí misma con poderes imperiales, como los Estado Unidos, este tipo de injerencias e irrespeto a naciones soberanas, comúnmente son normalizadas por gobiernos que se encuentran bajo su yugo.
No está demás recordar, que la supremacía de los Estados Unidos en el mundo, está en franco retroceso. Esto se debe, en gran parte, a su política exterior, la cual se destaca por la desestabilización política, militar y económica en diferentes regiones del planeta. Esta política agresiva, ha llevado a economía de esta nación al límite del desastre. Es por este motivo, que Estados Unidos busca continuar el saqueo de los recursos naturales de América Latina. No es casualidad que Venezuela ocupe un lugar importante en los planes estadounidenses de desestabilización de la región, ya que la nación bolivariana, cuenta con las mayores reservas de petróleo en el mundo, al igual que en su suelo yacen enormes gigantescas reservas de oro.
Como dijo la jefa del Comando Sur del ejército de los Estados Unidos, Laura Richardson, sobre la importancia estratégica de América Latina para la nación norteamericana:
¿Por qué esa región es importante?
“Con todos sus ricos recursos y elementos de tierras raras. Tienes el triángulo de litio que es necesario para la tecnología. El 60% del litio del mundo está en el triángulo del litio: Argentina, Bolivia, Chile. Tienes las reservas de petróleo más grandes, crudo ligero y dulce descubierto en Guyana hace más o menos un año. También tienes los recursos de Venezuela, con petróleo, cobre, oro. China recibe el 36% de su comida de esa región. Tenemos el Amazonas, el pulmón del mundo. Tenemos el 31% del agua dulce del mundo en esa región también. Es algo fuera de lo común.… Tenemos mucho que hacer. Esta región importa, tiene mucho que ver con la seguridad nacional y tenemos que mejorar nuestra estrategia.” (publico.es-24/01/2023)
Para finalizar, cabe mencionar que hace algunas semanas, Rusia invitó a Venezuela a ser parte de los BRICS, compuesto por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Recientemente se unieron Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán. Viendo el potencial de desarrollo económico de Venezuela, no es fácil sorprenderse por la urgencia con que Estados Unidos quiere retomar el control de la nación bolivariana. Las apariencias engañan, especialmente cuando se trata de la supervivencia de su hegemonía mundial.
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