Carta a la Cámara de Representantes

17 de enero de 2023

Estimado Representante

Le escribo en nombre del Comité de Migración de la Conferencia de Obispos Católicos de EE.UU. (USCCB) para expresar nuestra oposición a la H.R. 29, la “Ley de Seguridad Fronteriza de 2023”. Si se promulga, esta ley cortará el acceso a la protección de las personas vulnerables en movimiento, incluidos los solicitantes de asilo, los niños no acompañados, las víctimas de la tortura y las víctimas de la trata de personas que huyen de situaciones que amenazan sus vidas. El proyecto de ley es antitético a los principios morales de nuestra nación, contrario a la legislación estadounidense sobre refugiados y haría que Estados Unidos incumpliera sus obligaciones internacionales. Por lo tanto, le instamos a votar en contra de la H.R. 29, así como de cualquier propuesta legislativa posterior que prive injustamente a las personas vulnerables del derecho legal a buscar protección humanitaria en los Estados Unidos.

La USCCB reconoce el derecho de Estados Unidos a mantener sus fronteras, y nos comprometemos a trabajar con la Administración y los miembros del Congreso de todos los partidos para diseñar un enfoque de la gestión de fronteras que respete la vida y la dignidad humanas. Sin embargo, seguimos oponiéndonos a la actual aplicación del Título 42 a lo largo de nuestra frontera suroeste. La Ley de Seguridad Fronteriza codificaría indefinidamente esta política peligrosa y contraproducente, desvinculándola por completo de cualquier lógica de salud pública. Lo más preocupante es que el proyecto de ley amplía efectivamente la política sin excepciones para las personas con solicitudes de asilo de buena fe, los niños no acompañados, las víctimas de la tortura y las víctimas de la trata. La Ley de Refugiados de 1980, la Ley de Protección de las Víctimas de la Trata de 2000 y sus sucesores, así como el Protocolo de 1967 de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y la Convención contra la Tortura, de los que Estados Unidos es signatario, protegen a estas poblaciones. Seguir adelante con esta legislación agravaría los daños a los que se enfrentan las personas vulnerables, al tiempo que no abordaría de manera significativa las causas profundas de la migración y las condiciones insostenibles de nuestra frontera suroeste: no sólo persistirán los retos a los que nos enfrentamos, sino que la gente sufrirá. Debemos permanecer fieles a nuestras leyes y a la orgullosa tradición de nuestra nación de ofrecer seguridad y oportunidades a quienes lo han perdido todo, además de la esperanza de un futuro mejor.

Como católicos, creemos en la enseñanza fundamental de que todos hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, que nos llama a acoger y proteger a los demás como lo haríamos con él: “Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis” (Mateo 25, 35). El 1 de enero de 2023, Solemnidad de María, Madre de Dios, y Jornada Mundial de la Paz, el Papa Francisco nos exhortó a “aprender el lenguaje del amor, que es cuidar… cuidar de nuestro prójimo, de aquellos que el Señor ha puesto a nuestro lado, así como de nuestros hermanos y hermanas que están necesitados y reclaman nuestra atención y nuestra compasión”. Además, el Santo Padre nos recordó que al comenzar un nuevo año, con la esperanza de que las cosas cambien, debemos preguntarnos hacia dónde queremos ir y a quién podemos ayudar. Este nuevo comienzo es una oportunidad renovada para que el Congreso actúe con valentía y aborde la urgente necesidad de una reforma justa, progresista e integral del sistema de inmigración de nuestro país.

En marzo de 2022, el Comité Administrativo de la USCCB emitió una declaración relativa a los inmigrantes y refugiados, en la que pedía dicha reforma. Recordó que en la vanguardia de nuestros pensamientos y acciones debe estar siempre la verdad de que cada persona, incluido el recién llegado, es un hermano o hermana para todos nosotros y una bendición para las comunidades de acogida cuando se les da la oportunidad de integrarse. Debemos reconocer y respetar no sólo la dignidad inherente de los inmigrantes, sino también su potencial y sus contribuciones. Por último, el Comité nos instó a “rechazar las fuerzas contemporáneas de división que nos tientan con una falsa elección entre nuestra seguridad y nuestra humanidad. Nuestra gran nación es capaz de salvaguardar tanto nuestra humanidad como nuestra seguridad”.

Al igual que la Estatua de la Libertad ha permanecido erguida durante casi 100 años, guiando hasta nuestras costas a generaciones de “masas apiñadas que anhelaban respirar libres”, le instamos a que se mantenga firme ahora votando en contra de la H.R. 29 y defendiendo los valores de larga tradición que han hecho de este país un faro de esperanza para tantos en todo el mundo.

Respetuosamente,

Reverendísimo Mark J. Seitz
Obispo de El Paso
Presidente del Comité de Migración de la USCCB

CC: Todos los Representantes de EE.UU.

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