FRESNO, CA — La propuesta de abolir el Departamento de Educación de los Estados Unidos por parte de Donald Trump, una promesa realizada desde 2023 y reafirmada durante su campaña de 2024, devastaría a las comunidades empobrecidas, particularmente en el Valle Central de California. Esta región, que incluye los pueblos de Huron, Mendota, San Joaquín y Firebaugh, a menudo es conocida como la “Apalachia del Oeste”. Estas comunidades en el condado occidental de Fresno, que dependen en gran medida de la agricultura, albergan a algunas de las personas más pobres del país, muchas de las cuales son inmigrantes latinos o descendientes de trabajadores agrícolas. El plan de Trump para desmantelar el Departamento de Educación ignora los desafíos fundamentales y sistémicos de estas comunidades y solo profundizaría sus dificultades.
El impulso de Trump para abolir el Departamento de Educación está impulsado por la creencia de que promueve una “agenda radical de izquierda”, impulsando políticas como diversidad, equidad e inclusión (DEI), teoría crítica de la raza y derechos transgénero en las escuelas. Para Trump y sus seguidores, estas políticas representan una intromisión del gobierno federal, socavando los valores tradicionales. Sin embargo, esta perspectiva ignora el problema urgente que enfrentan estas comunidades rurales: la falta de acceso a una educación de calidad. En las empobrecidas ciudades del condado occidental de Fresno, la principal preocupación no son las diferencias ideológicas, sino la ausencia de recursos, financiación adecuada y oportunidades para la educación superior.
Para las familias en Huron, Mendota, San Joaquín y Firebaugh, el camino hacia la educación superior ya es un desafío. Estos pueblos, a menudo descritos como la “Apalachia del Oeste”, están ubicados en una zona económica deprimida con acceso limitado a oportunidades. Las escuelas aquí están subfinanciadas y carecen de recursos, y a menudo no logran satisfacer las necesidades básicas de los estudiantes, quienes ya enfrentan barreras como dificultades con el idioma, altas tasas de deserción escolar e inestabilidad económica. Eliminar el Departamento de Educación agravaría estas disparidades, privando a los estudiantes del apoyo federal esencial, incluidos subsidios, préstamos y protecciones contra la discriminación.
Si bien la agenda de Trump de “elección escolar” a través de vales y cuentas de ahorro educativas atrae a algunos, haría poco para ayudar a las familias más vulnerables. Los vales podrían ayudar a las familias más adineradas que pueden permitirse una educación privada, pero estas opciones suelen estar fuera del alcance de las familias en el Valle Central. Muchas de estas familias viven en áreas rurales lejos de escuelas privadas, y aunque las escuelas estuvieran cerca, los costos adicionales serían inasequibles. Además, sin el respaldo del Departamento de Educación, las familias enfrentarían aún mayores desafíos para garantizar que los derechos de sus hijos estén protegidos y que las oportunidades educativas sean accesibles.
El Departamento de Educación es responsable de distribuir recursos y garantizar que los estudiantes de comunidades de bajos ingresos y marginadas puedan acceder a oportunidades educativas. La misión del Departamento incluye proteger los derechos de los estudiantes con discapacidades, los aprendices de inglés y los estudiantes de bajos ingresos, grupos que están sobrerrepresentados en comunidades rurales como las del Valle Central. Sin la supervisión y el apoyo federal, estas poblaciones vulnerables estarían a merced de los gobiernos estatales y locales, muchos de los cuales ya carecen de los recursos para apoyarlas adecuadamente.
El trasfondo privilegiado de Trump puede influir en su falta de comprensión de las comunidades empobrecidas y mal educadas, pero no hay excusa para la falta de acción de los líderes elegidos como Adam Gray, Jim Costa y David Valadao, quienes no defienden a sus electores. Estos líderes representan algunos de los distritos congresionales más pobres y menos educados del país, en el Valle Central de California. Sin embargo, permanecen en silencio ante las propuestas dañinas de Trump. Su inacción es una traición a las personas que los enviaron a Washington para luchar por sus derechos, educación y un futuro mejor.
Durante generaciones, los residentes del Valle Central han enfrentado el abandono económico, el descuido social y un sistema educativo profundamente desigual. Muchas de estas comunidades fueron construidas con el trabajo de inmigrantes latinos, pero siguen atrapadas en ciclos de pobreza con recursos limitados para escapar. La riqueza generada por la industria agrícola no ha llegado a los trabajadores que lo hacen posible. En su lugar, los residentes latinos de la región están segregados de las oportunidades disponibles para las comunidades más acomodadas y predominantemente blancas. Las brechas educativas resultantes y las oportunidades limitadas contribuyen al ciclo de pobreza que muchas de estas familias siguen enfrentando.
Habiendo trabajado durante más de 35 años como educador en estas comunidades, he sido testigo directo de las luchas de los estudiantes y las familias que luchan por un futuro mejor. Algunos de nosotros estamos trabajando para cerrar la brecha educativa ofreciendo programas de inscripción dual para estudiantes de escuelas preparatorias, brindando clases de inglés y ciudadanía, y ayudando a los graduados de secundaria a regresar a la escuela. Estos esfuerzos son cruciales para crear caminos hacia el éxito, pero están en riesgo si se lleva a cabo el plan de Trump de desmantelar el Departamento de Educación. Los programas del Departamento, como los préstamos federales para estudiantes y las oportunidades de trabajo-estudio, son salvavidas para muchos estudiantes en el Valle Central. Sin ellos, quedarían sin el apoyo crítico.
La propuesta de Trump de abolir el Departamento de Educación no es solo una maniobra política; es un ataque directo a las oportunidades educativas de nuestras comunidades más vulnerables. La educación es la clave para romper el ciclo de la pobreza, y sin un sistema educativo público fuerte y accesible, estas comunidades seguirán quedando más atrás. La idea de un gobierno que sirva a todos los ciudadanos debe incluir garantizar el acceso a una educación de alta calidad para cada niño, no solo para aquellos que pueden permitirse la educación privada.
Como líderes educativos, debemos luchar por el futuro de nuestros niños y la dignidad de las familias en comunidades desatendidas. Nuestros funcionarios electos deben estar a la altura de las circunstancias y exigir que la educación siga siendo una prioridad para todos los estadounidenses. Debemos mantener altos los estándares de liderazgo y asegurarnos de que cada niño tenga éxito.
En conclusión, el impulso de Donald Trump para abolir el Departamento de Educación dejaría a nuestras comunidades más vulnerables que nunca. Nuestros líderes deben levantarse, alzar la voz y luchar por el futuro de nuestros niños. Si no lo hacen, las consecuencias se sentirán durante generaciones. La educación de nuestra juventud y el futuro de nuestras comunidades dependen de ello.
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